Hoy quiero dedicarle un pequeño espacio en mi blog a una persona que por desgracia se fue y no voy a ver más. Aquí podré decirle la cantidad de cosas que le quería hacer saber y no tuve tiempo para ello; y las cosas que echo tanto de menos.
Él era una de esas personas que se les coge cariño fácilmente, esa persona con la que me hubiese gustado vivir más momentos junto a ella, esa persona que siempre le decía a mi madre "vaya niña más vergonzosa tienes", esa persona que me chinchaba y me sacaba los colores de la verguenza que me daba, esa persona que siempre esperaba un saludo mio cuando pasaba por al lado de su bar y verlo saludarme me alegraba el día, él era y es esa persona que no se puede olvidar nunca, y es que las palabras para este hombre sobran, porque diga lo que diga me quedo corta no, cortísima.
Llegó esa etapa de la vida que nadie queremos que llegue, pero en algún momento acaba llegando y esta vez te llegó a tí... avisó la tita de que estaba malito en el hospital, yo preguntaba que qué era lo que te pasaba si yo siempre te veía bien, pero nunca me lo querían decir, pero yo escuchaba a mi padre decir que lo que tenías no era nada bueno pero aún así yo tenía esa pequeña esperanza de que te pusieras mejor, volvieras a tu casa y a tu bar, para que no se perdiera la costumbre de saludarnos. Volver a casa fue posible pero volver a tu bar imposible... A tu casa no fui por no molestar, algo de lo que me arrepiento bastante, pero no imaginaba que a las pocas semanas ibas a ir de vuelta al hospital. Cuando me llegó un mensaje de la tita que decía "Saray, dile a papá que el hermano del tito está muy mal y que los médicos dicen que se va a morir", esa última palabra, "morir", esa palabra que cuando la leí mis lágrimas cayeron sin querer, en esos momentos estaba estudiando para un examen e intenté seguir estudiando con los ojos llenos de lágrimas, pero estudiar se quedó en el intento porque pensar que te ibas a ir y no te había visto, fue algo que no podía soportar.
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