viernes, 23 de enero de 2015

Tan pequeña y a la vez tan grande.

Lucía.
Hay etapas en nuestras vidas que somos muy caprichosos y que si algo pasa que no nos gusta, solo sabemos ponerle pegas. Yo me quejaba cuando mi tata, la cual es como si fuese mi hermana aunque sea mi tita, tenía un bebé, yo siempre quería que tuviese una niña. Cuando tuvo a mi primo, yo solo tenía 6 años, llegó a mi casa diciendo que iba a tener un niño, yo me cabreé y dije “yo quiero una niña, cámbialo”, como si este tipo de casos se pudieran elegir... Pero no era consciente de ese tipo de cosas ya que era muy pequeña. Recuerdo que me puse a llorar como si me hubiesen quitado alguno de mis juguetes preferidos.

Cuando vas creciendo y madurando, te das cuenta de que lo importante es que el bebé esté bien y que no importa del sexo que sea. Pero lo que deseaba con tantas ganas cuando era pequeña, llegó el año pasado, en el 2014, con mis 18 años, que siendo consciente ya de todo, lo vives con más intensidad. Esa poca preocupación por la salud del bebé que tenía cuando era pequeña, esta vez, como es normal, mi mayor miedo era que a mi primita le pasará algo malo, que mi mayor deseo desapareciera como si nada. Cada día que iba a ver a mi tata, le tocaba la barriga para sentir a la pequeña que llevaba dentro, esa pequeña que apareció en el momento clave de mi vida, en un momento de mi vida que todo lo veía negativo, que todo lo malo me pasaba a mí.

Como todos sabemos, hay personas que aunque sean pequeñas, nos hacen sentir las personas más felices del mundo, en mi caso esa persona es ella, la que llegó en el 2014, una personita inesperada que se interpuso en nuestro camino, esa personita que empezaba a formarse en la barriga de su mamá, sin ella ser consciente, ya se había convertido en una persona muy importante para nosotros, aunque no conociésemos su carita, daba lo mismo, lo que deseábamos es que todo siguiera para adelante, tan perfecto como estaba yendo. Y así siguió, tan perfecto que llegó la noche del 31 de mayo y nació esa preciosidad de niña, esa niña con la que nos quedamos con la boca abierta, como se suele decir.  

Esa noche todos como locos celebrando que había nacido, sin poder dormir, deseando que llegase el siguiente día para ir a verla... Y es que ella, tan pequeñita, es la alegría de la casa, la niña consentida de la familia, la que con una sonrisa alegra a cualquiera, la que en los días de agobio con un simple 'tata' te olvidas del agobio por un momento, la que te come a besos cuando menos te lo esperas, la que te hace pedorretas con la boca y te saca la lengua sin ninguna razón... Simplemente ella, una niña especial en mi vida, en la de sus papis y en la de todos.

¿Cómo puede ser tan pequeña y a la vez tan grande?

1 comentario:

  1. Me alegro muchísimo de que tengas ya a tu primita que tanto deseaban desde pequeñita. Es increíble lo importante que puede convertirse una personita que acaba de nacer y al verla tan pequeña solo quieres verla bien y cuidarla, en mi caso cuando nació mi sobrino yo era más pequeña y lo disfrute mucho, me alegraba tanto de ser tita. Es una experiencia que siempre nos gusta vivir, porque es tan bonito ver crecer a alguien tan cercano a ti. Un beso y enhorabuena por tu entrada.

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